font: El País
Canta Lluís Llach que Cataluña es tan pequeña que “des de dalt d’un campanar pots veure el campanar veí” (desde lo alto de un campanario puedes ver el campanario vecino). Una canción que puede sonar a réquiem por los pequeños municipios si el Gobierno de Mariano Rajoy cumple su intención de suprimir localidades de menos de 5.000 habitantes fusionándolas entre sí. La propuesta ha topado con el rechazo de todos los partidos, excepto el PP, y de las entidades municipalistas catalanas.
“Esto es una animalada. Hay mucho campo para recorrer antes que fusionar y unir municipios”, defiende Joan Ballbé (ERC), alcalde de Ullastrell (Vallès Occidental, 1.904 habitantes). “Seguramente, no saben ni de qué hablan. ¡Estamos hablando de suprimir la mitad de los municipios!”, lamenta Dolors Rovirola (CiU), alcaldesa de Vilademuls (Pla de l’Estany, 780 habitantes). De los 947 municipios catalanes, 738 tienen menos de 5.000 habitantes y, por tanto, se verían abocados a la fusión.
El Gobierno esgrime motivos de racionalidad económica, aunque ningún informe especifica qué cantidad podría ahorrarse. Los expertos dudan: “La eliminación de un nivel de gobierno no implica necesariamente un ahorro igual a la magnitud de su presupuesto”, concluye el editorial del informe del Instituto de Economía de Barcelona (IEB-UB) sobre federalismo fiscal, centrado en la reorganización del gobierno local.
Núria Bosch, catedrática de Hacienda Pública de la Universidad de Barcelona y editora del informe, mantiene que el resultado de fusionar municipios es una incógnita. “Hay ventajas e inconvenientes. Si los municipios son mayores, tienen más capacidad técnica y administrativa; se pueden evitar duplicidades y crear economías de escala. Pero hay desventajas: no puedes fusionar municipios así como así, por muy pequeños que sean”.
“Los Ayuntamientos no quieren perder su identidad, ni sus fiestas”
Los alcaldes defienden que sus cuentas están saneadas y que fusionarse no mejoraría en nada la economía española. “El problema no son los municipios pequeños. Los que han gastado más de lo que se puede son los municipios grandes. Tú tienes lo justo para tirar”, defiende Rubén Lladós (PSC-Progrés Municipal). Lladós es el alcalde del municipio más pequeño de Cataluña, Sant Jaume de Frontanyà (Berguedà), de 25 habitantes, y hace de todo: “Tanto hago de secretario como de brigada de mantenimiento, como de barrendero”, apunta. “Los alcaldes de municipios pequeños debemos estar pendientes de todo”, coincide Francesc Miró (PSC), alcalde de Godall (Montsià, 822 habitantes).“Tengo tres trabajadores: un secretario, una administrativa, y una arquitecta técnica. El déficit del país no depende de mis tres trabajadores”, ilustra Josep Manel López (ICV), alcalde de Colomers (Baix Empordà, 196 habitantes). Los tres plantean el mismo problema: el municipio más cercano con el que podrían fusionarse está a una distancia de entre 15 y 20 kilómetros. “No puedes juntar municipios con una distancia considerable, no tiene sentido”, completa Núria Bosch.
La solución, considera Bosch, es mancomunar servicios entre las localidades, propuesta que planteó como exigencia Antonio Beteta, secretario de Estado de Administraciones Públicas, y que todos los ediles defienden y aplican. Lluís Guinó (CiU), alcalde de Besalú (Garrotxa, 2.372 habitantes), pide que la unión de servicios sea generalizada. “Sería bueno que se fomentase la mancomunidad desde la Generalitat, que se defina claramente qué áreas hay que mancomunar”, reclama. “Fusionar municipios es muy complicado. Lo que debemos hacer es mancomunar servicios”, defiende Xavier Esteve (PP), alcalde de Bassella (Alt Urgell, 255 habitantes).
Bajo el rechazo que todos los alcaldes muestran a las intenciones del Gobierno subyace un sentimiento de pertenencia al municipio al que no están dispuestos a renunciar. “Nadie quiere perder su identidad; su fiesta mayor, sus tradiciones”, defiende Montserrat Ribera (CiU), alcaldesa de Guardiola de Berguedà (Berguedà, 1.027 habitantes). Y remacha Albert Alins (CiU), alcalde de El Pont de Suert (Alta Ribagorça, 2.517 habitantes): “Los Ayuntamientos forman parte de la memoria histórica, social y cultural de un territorio. Nos conocemos todos”. El Pont de Suert es la capital de la Alta Ribagorça, la única comarca catalana que no cumple los requisitos planteados para un único municipio: tiene 4.284 habitantes.
Ningún alcalde quiere dejar a sus habitantes sin su pueblo. Por muy pequeño que sea, cada uno lo siente suyo, y así quieren que siga siendo. Como canta Llach, “diuen que els poblets tenen poc, tenen por de sentir-se sols, tenen por de ser massa grans. Tant se val! És així com m’agrada a mi” (dicen que los pueblecitos tienen poco, tienen miedo de sentirse solos, tienen miedo de ser demasiado grandes. ¡Qué más da! Así es como me gusta a mí).